Cap. 5 Marta y María - Amigas de Jesús

¿Abrumada?

Sueños - foto de stock

El afán de la vida a menudo nos hace creer que no estamos haciendo lo suficiente. Después nos sentimos culpables porque se supone que deberíamos invertir una buena cantidad de tiempo para estar a solas con Dios. Pero, cuando tratamos de ir más despacio, aun nuestras mentes todavía siguen ocupadas. Nuestros pensamientos sobre todo lo que tenemos pendiente por realizar, siguen revoloteando sobre nuestras cabezas, como pájaros al vuelo buscando donde anidar.

Por naturaleza, soy alguien que le encanta la acción, por no decir que tiendo a estar ansioso porque quiero participar en todos los asuntos posibles, no solo en mi trabajo, sino también en el hogar con mi esposa e hijos. Pero francamente quedó a años luz de distancia al observar a mi esposa en acción. Y al verla a ella, pienso en general en todas las mujeres; en su capacidad de aguante, creatividad, sabiduría y gracia para enfrentar muchos asuntos al mismo tiempo. Asuntos, -ustedes me entienden mujeres-, que francamente los hombres no sabríamos cómo enfrentar y mucho menos superar.

Lo anterior me ha hecho reflexionar en la historia de dos hermanas descritas en la Biblia, que pasaron por este tipo de tensión; quienes a su vez eran amigas de Jesús. Por un lado, el afán o el deseo de servir a Dios. Y por el otro, dejar todas las responsabilidades del hogar, inconclusas o a media marcha, por encontrar un espacio para recibir de Jesús. Al observar la historia de Marta y de María, las Escrituras nos ofrecen gracia y dirección para resolver este tipo de tensión.

Debo confesar que al leer lo que la Biblia dice acerca de Marta, inmediatamente viene a mi mente un pensamiento de mi niñez; la imagen de mi madre, quien realizaba arduos esfuerzos para mantener todo en orden y funcionando correctamente, mientras que mis seis hermanos y yo, revoloteábamos por toda la casa, desbaratando el trabajo que con tanto esmero ella realizaba.

Al pensar en Marta, creo que fue una mujer asombrosa, una gran anfitriona, la reina del hogar y de los detalles. Sobra decir que Marta y María son dos mujeres de fe extraordinarias. Ambas vivían con su hermano Lázaro, quien el Señor resucitó después de haber estado cuatro días muerto. Vivían en una pequeña aldea llamada Betania, situada a unos pocos kilómetros de Jerusalén.

Es tan impactante Marta, que fue la primera persona que Lucas observa al entrar a la casa de Lázaro. Ella está en acción, queriendo demostrar el amor y afecto por Jesús, y sus discípulos a través del servicio. Te la puedes imaginar, un día antes de que Jesús llegará a su casa, con cuánta diligencia asumiría todas las compras relacionadas con los preparativos para la cena. Francamente, la mente de Marta debía haber estado muy ocupada, pensando en tantas cosas al mismo tiempo, con el fin de poder atender a tan esperada visita con la altura que ameritaba la ocasión. Mientras que María, por su parte, en la primera oportunidad que tuvo decidió postrarse a los pies del Maestro para oírle hablar acerca de las verdades de Su reino.

“Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!” (Lc. 10:40)

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